La administración de Donald Trump ha lanzado una advertencia clara a China, advirtiendo que no tolerará represalias contra empresas extranjeras que colaboren con Estados Unidos en el desarrollo de industrias críticas, como la construcción naval. El representante comercial de EE.UU., Jamieson Greer, declaró que las recentes sanciones chinas contra compañías privadas forman parte de una estrategia de coerción económica para influir en la política estadounidense y controlar las cadenas de suministro globales.
Greer fue enfático al afirmar que «los intentos de intimidación de China no impedirán que EE.UU. reconstruya su base industrial», especialmente en sectores clave donde el país busca reducir su dependencia de actores externos. «Estamos comprometidos a defender nuestras empresas, asegurar las cadenas de suministro y promover la inversión de nuestros aliados en el futuro industrial de Estados Unidos», declaró, en un mensaje que refuerza la postura firme de Washington frente a las presiones chinas.
El conflicto escaló después de que EE.UU. impusiera aranceles a los buques chinos que atraquen en puertos estadounidenses, una medida que entró en vigor este martes. En respuesta, China aplicó una tarifa similar de 56 dólares por tonelada a los buques estadounidenses, en lo que parece ser el inicio de una nueva ronda de tensiones comerciales.
La semana pasada, Pekín sancionó a cinco subsidiarias del constructor naval surcoreano Hanwha Ocean, incluyendo a Hanwha Shipping LLC y Hanwha Philly Shipyard Inc., prohibiendo a empresas e individuos chinos cualquier tipo de transacción con estas compañías. Estas sanciones buscan disuadir a empresas extranjeras de invertir en industrias críticas estadounidenses y presionar a aliados de EE.UU., como Corea del Sur.
Greer advirtió que China está utilizando tácticas coercitivas para socavar la seguridad económica de EE.UU., pero aseguró que Washington no cederá. «No permitiremos que China utilice su poder económico para debilitar nuestra soberanía industrial«, afirmó, dejando en claro que EE.UU. está preparado para responder con firmeza si Pekín persiste en su estrategia agresiva.

