Honran en el Museo de Queens a quienes ejerciendo labores de riesgo perdieron sus vidas o quedaron lesionados.
Juan Camilo Castaño es un inmigrante colombiano que llegó a trabajar a la Ciudad de Nueva York. Aunque en la construcción había mucho empleo, a él siempre le agradó más la pintura de casas y negocios y hacia allá se dirigió.
En el 2004 consiguió un puesto en el aeropuerto John F. Kennedy, y ahí en uno de los hangares, la escalera con la que se ayudaba a pintar se cayó y Castaño se precipitó hacia el piso.
¿El resultado? Tras caer sentado sufrió tres fracturas, 4 hernias discales y una incapacidad permanente. “me enviaron a una silla de ruedas” dice este colombiano que ronda los 50 años y que aún se apoya con un bastón al caminar.
Ahora que es miembro de New Immigrant Community Empowerment (NICE) expresa que, de haber estado capacitado en seguridad, y además protegido por una organización que le hubiese ayudado en asuntos legales y hasta médicos, habrían sido distinta la historia que hoy vino a contar pero también su vida en las dos recientes décadas.
Juan Camilo fue uno de los casi 100 trabajadores que la semana anterior acudieron a celebrar el Día del Trabajador Caído, en las instalaciones del Museo de Queens. “Este Día, honramos a nuestros trabajadores muertos y lesionados y nos comprometemos nuevamente a garantizar que cada trabajador tenga la tranquilidad de saber que está protegido en el trabajo y que puede regresar a casa sano y salvo con sus familias todas las noches”, aseguró el presidente Joe Biden el viernes en un comunicado en referencia a la efeméride.
Fue en 1989 cuando la Federación Estadounidense del Trabajo y Congreso de Organizaciones Industriales (AFL-CIO) declaró el 28 de abril el “Día Conmemorativo de los Trabajadores” para honrar a los cientos de miles de asalariados muertos o heridos en el trabajo cada año. Ese mismo día, pero de 1970 entró en vigor la Ley de Salud y Seguridad Ocupacional de 1970 y justo un año después se formó la Administración de Salud y Seguridad Ocupacional (OSHA). En 1991, el parlamento canadiense aprobó una ley que guarda un día nacional de luto por las personas muertas o heridas en el lugar de trabajo y así es como el 28 de abril quedó como un día oficial de luto para los proletariados desaparecidos.
Los nuevos miembros de la New Immigrant Community Empowerment (NICE), con la asambleísta Catalina Cruz. /Juan Alberto Vázquez
“Es una conmemoración triste”, acepta la asambleísta por el distrito 39, Catalina Cruz, oradora en el evento en Queens. “Pero es importante tener esta conversación”, invita la representante del área de Corona y Jackson Heights a la que le ha tocado presenciar casos como el de un trabajador inmigrante que a sus 37 años ya tenía cáncer terminal, debido a que llevaba varios años en el negocio de los asbestos.
“Son trabajos de alto riesgo”, donde se cometen injusticias “como que el dueño robe los salarios, y en el cual los trabajadores muchas veces tienen que agachar la cabeza debido a su necesidad”, agrega. Aplaude la asambleísta Cruz que por otro lado existan instituciones como NICE, dirigida por gente “a la que le importas y a la que le duele lo que te pasa”.
El aumento de muertes y lesiones –principalmente entre trabajadores inmigrantes indocumentados– es una clara evidencia de la opinión cada vez más compartida por inspectores de seguridad, funcionarios del gobierno y fiscales en el sentido de que las medidas de seguridad en estos lugares de trabajo son, en muchos casos, inadecuadas.
Seguridad a quienes construyen la ciudad
Nilbia Coyote, Directora Ejecutiva de NICE, ofrece una ofrenda floral en el altar a los trabajadores caídos./Juan Alberto Vázquez
En los años 20 del siglo pasado, durante el auge de la construcción de los rascacielos en Nueva York, dos de cada cinco trabajadores de la construcción murieron o quedaron discapacitados, en tiempos que la seguridad laboral era una ilusión.
Aunque las condiciones han mejorado, de cualquier modo, los inmigrantes siempre han dominado el sector de la construcción, y si desde las primeras décadas del siglo pasado fueron los irlandeses quienes mayormente se desempeñaban y sufrían los accidentes, hoy son los latinos que en 2023 fueron casi la mayoría de los 43 que fallecieron según cifras dadas a conocer por NICE. Entre esas bajas, muchos de ellos eran especialmente vulnerables debido a su estatus legal donde la necesidad los lleva a aceptar cualquier trabajo, aunque sean de alto riesgo.
“Como parte de la defensa de los derechos laborales, es necesario visibilizar que la construcción es una de las industrias más poderosas aún en la ciudad y en el país, y que muchos de los muertos son inmigrantes y en este grupo los latinos son la mayoría”, agrega Nilbia Coyote, Directora Ejecutiva de NICE, la organización comunitaria que se dedica a la certificaciones de seguridad en el lugar de trabajo (OSHA, SST), entrenamientos de habilidades laborales, educación y apoyo sobre los derechos de los trabajadores y desarrollo de la fuerza laboral.
Coyote sabe que “duele hasta el tuétano” que un trabajador muera en un país, extraño, en condiciones desventajosas, en accidentes que muchas veces se pudieron evitar. Por eso de cara al 25 aniversario de NICE en junio próximo dice que van a seguir luchando “todos los días” porque aumenten la protección y los derechos laborales.
Hace un homenaje a los trabajadores hispanos recién fallecidos en la caída del puente Francis Scott Key en Baltimore a inicios de abril y dice que con todo y lo trágico del asunto, de algún modo detonó una conversación a nivel nacional sobre la carencia de seguridad laboral. Incluso, al saberse que los muertos ese día, eran inmigrantes latinos, se entendió la necesidad de empujar una mayor responsabilidad sobre todo a contratistas y dueños de empresas. “Ya no somos invisibles y queremos contribuir a la economía de este país, pero en condiciones más favorables”, destaca la activista.
NICE a la vanguardia
Coyote revela que NICE se halla a la vanguardia en prestación de servicios y recursos críticos para prevenir la explotación laboral y garantiza entre sus afiliados que se respeten la seguridad y los derechos de los trabajadores en todas las industrias. Porque, pese a que son trabajadores esenciales y de primera línea, los inmigrantes a menudo son quienes más inflan las altas cifras de violaciones, lesiones y muertes en los lugares de trabajo.
Por ejemplo, a la cifra de 43 muertos en 2023 en la ciudad de Nueva York, 28 de ellos eran inmigrantes de la industria de la construcción. Asociaciones de abogados que defienden a trabajadores en riesgo, han identificado los tres accidentes laborales principales: Caídas desde las alturas, Accidentes automovilísticos o de automotores relacionados con el trabajo (“los deliveristas son otro grupo muy vulnerable”, explica Coyote) y la exposición a productos químicos o humos fatales.
En este caso son los contratistas y dueños los que no parecen ir en el mismo sentido de trabajadores, instituciones e incluso el gobierno federal en cuanto a garantizar mejores medidas laborales. En su mismo mensaje, Biden dijo estar consciente de que aún “son demasiados los que arriesgan sus vidas o su bienestar en condiciones laborales inseguras o en funciones peligrosas”.
Aseguró el presidente en su mensaje que su administración, vía del Departamento de Trabajo, facilita las denuncias de condiciones laborales inseguras sin importar estatus migratorios; Capacita a inspectores laborales para garantizar que empleadores cumplan los requisitos de salud y seguridad completando 65 mil inspecciones desde 2022; Emiten alertas de peligro por calor para proteger a millones de trabajadores agrícolas, de la construcción y de otro tipo que trabajan al aire libre, entre otras medidas.
Que los muertos sean motor de cambio
En el evento del museo de Queens, un grupo cercano a los quince trabajadores —todos ellos graduados de la última generación del curso OSHA que incluye capacitación en seguridad y salud—, presentaron una puesta en escena para recalcar la importancia de tomar verdaderamente este curso que se puede prolongar hasta 30 horas, pero que puede ser la diferencia entre la vida y la muerte.
La obra concluye con la muerte de un trabajador que decidió “comprar” en la calle la tarjeta OSHA en lugar de realmente tomar el curso. “Es grave la venta de tarjetas OSHA falsas, pero más grave es que se aprovechen de ti porque te ven necesitado”, agrega la asambleísta Cruz.
Otro de los invitados, un capacitador en áreas de seguridad, contó la historia del único trabajador de Japón fallecido en la construcción en cierto año, y lo que sucedió después: “El empresario fue despojado de su negocio y obligado a trabajar para la familia del empleado fallecido”. Compara con lo que sucede en Estados Unidos donde se han abierto cuentas de GoFoundMe para ayudar a costear gastos de accidentes y en las que los dueños dudan en cooperar “porque les dicen sus abogados que de hacerlo estarían aceptando la culpa”.
La obra terminó con una de las afiliadas a NICE de privilegiada voz, entonando el clásico de la balada hispanoamericano “Amor Eterno” del fallecido cantautor Juan Gabriel.
“Cómo quisiera que tus ojitos jamás se hubieran cerrado nunca y estar mirándolos”, dice un estribillo de la famosa canción que parece haber conmovido a Elizabeth Mendoza, madre de un trabajador muerto, quien en su turno en el programa, simplemente se acercó a dar las gracias a NICE y luego se retiró.
Mientras tanto, una pantalla mostraba las imágenes de algunos de los caídos: Erick Mendoza, de 23 años muerto en Brooklyn; Segundo Huerta, de 32, en El Bronx; Edgar Parmiño de 34 en Queens. Juan Chonillo de 43 en Manhattan; Carlos Moncayo de 22 igualmente en Manhattan; Luis Flores en El Bronx, Manuel Sánchez, Francisco Reyes, Fernando Pereira…
A todos ellos dedicaron el altar, el minuto de silencio, la jornada de tenerlos en la memoria para no olvidar la necesidad de que la justicia laboral sea un hecho, sin importar cuál sea el estatus del asalariado.
Por Juan Alberto Vázquez/Especial ED